Museo Sorolla
Situado a un paso de la Castellana, en el Paseo del General Martínez Campos, número 10, se encuentra uno de los museos más bonitos de Madrid: el Museo Sorolla. Es de esos museos pequeños en área pero enormes en contenido que normalmente pasan desapercibidos.
Debo confesar que he tardado bastante tiempo en visitar este museo, pero la espera mereció la pena. Situado en el distrito de Chamberí, entre las estaciones de metro de Iglesia, Rubén Darío y Gregorio Marañón, el palacete resalta entre edificios sobrios y oficinas. Nada más cruzar su puerta nos encontramos en un precioso jardín que plantó el propio Joaquín Sorolla para recordar su Valencia natal; compuesto de fuentes, árboles y un espacio con mesas en las que se puede descansar de la visita en los días soleados, parece que dejamos atrás al ajetreo y el ruido de Madrid.
Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 – Cercedilla -Madrid-, 10 de agosto de 1923) vivió en esta casa desde 1905 y hasta el final de su vida, que hoy tenemos el placer de disfrutar gracias al legado de su viuda Clotilde García del Castillo, que cedió la propiedad y todos sus enseres y obras de arte al Estado. Aunque actualmente es un punto céntrico de Madrid, en la época de Sorolla esta zona era considerada más bien las afueras, por lo que no sorprende del todo la magnitud de la casa y su espléndido jardín.
El edificio se divide en dos plantas y alberga tanto óleos y dibujos, como muebles, libros y otros objetos personales del pintor. El museo mantiene una colección permanente en la planta baja y una exposición temporal en la superior, hasta el 19 de marzo de 2017 se podrá ver la muestra «Sorolla en París» con obras que marcaron su carrera internacional.
El Museo Sorolla es uno de esos espacios en los que merece la pena perderse entre sus rincones y detalles, no sólo son increíbles las obras que pintó, sino también ver sus libros, sus objetos, elementos que hace que nos colemos en su vida, como si miráramos por un pequeño agujerito que traspasa el tiempo y el espacio. Casi podemos imaginar a Sorolla pintando en su estudio, con la luz cenital que baña la estancia, o paseando en el jardín, disfrutando de fiestas sociales en esos sofás ambarinos tan maravillosos, o simplemente observando la vida pasar desde las ventanas superiores.
La visita merece muy mucho la pena, y aunque yo fui en un día lluvioso y nublado que restó magnificencia al jardín, salí muy contenta de la visita; sobre todo porque es de los pocos museos donde permiten hacer fotos (sin flash, por supuesto). Al tratarse de un espacio tan peculiar, no hay un trazado de visualización tan preestablecido, por lo que pasear por las amplias estancias y volver sobre tus pasos es siempre interesante, e incluso recomendable.
Este museo pertenece además a un programa del Ministerio de Cultura llamado «5 museos, 5 casas», que pretende acercar casas-museos peculiares de Madrid y que normalmente quedan ensombrecidos por los grandes y famosos; éstos son: Museo Cerralbo, con su espectacular Salón de Baile, Museo del Romanticismo, de los museos con más actividades infantiles-juveniles, Museo Lázaro Galdiano y Museo de Artes Decorativas, estos dos últimos en mi lista de visitas ineludibles para este año. Estos cinco museos forman parte de un abono que, por 12€ y en un período de 10 días, permiten su visita. En esta web os dejo toda la información.
Pero si sólo queréis visitar el Museo Sorolla la entrada sólo cuesta 3€ (1’50€ la reducida), gratuita los sábados a partir de las 14h y los domingos, además de para acreditados en determinadas situaciones (desempleo, familia numerosa, estudiantes…). Lo cual no está nada mal si lo comparamos con otras instituciones. El horario es de martes a sábados de 9.30h a 20h y domingos de 10h a 15h. Toda la información aquí.
Y si queréis ampliar el día cultural, siempre podéis pasar por el Museo Lázaro Galdiano, a tan sólo 10 minutos andando, o tomar un café en Pancomido Café (calle Zurbano, 50). Un buen plan para pasar el fin de semana, sin duda.