¿Bullet qué?
Quien me conoce sabe que una de las cosas sin las que no puedo vivir es mi agenda. A lo largo de los años he ido cambiando de marca, de sistema, e incluso llegué a hacerme mi propia agenda diseñada en InDesign. Hace años tuve un pensamiento revelador “¿por qué usar un espacio predeterminado si cada día es diferente?”, en efecto, había días en los que apenas tenía tareas y otros en los que el espacio definido de la agenda se me quedaba corto. Así que compré un cuaderno de Miquelrius de la colección de Jordi Labanda y me lancé a dar a los días su propio espacio (físico y mental). Era 2010 y poco sabía entonces que apenas tres años antes un tal Ryder Carroll había ideado un sistema parecido (aunque por razones diferentes), que se convertiría en un éxito rotundo que ha llegado hasta hoy: el método bullet journal.
El bullet journal (o BuJo) nace a partir de la necesidad de Ryder Carroll de tener en un mismo lugar su agenda, diario, libreta, lista de cosas pendientes, e incluso cuaderno de bocetos, provocado por el TDA (Trastorno de Déficit de Atención) que se le diagnosticó desde pequeño. Carroll necesitaba un lugar que funcionase como su mente y a partir de ensayo y error dio con ello. Y es que el bujo es, en su configuración más básica, una técnica con la que añadimos entradas en viñetas (en inglés bullet points, de ahí su nombre) en un simple cuaderno.
No todo es tan sencillo, claro, porque ¿qué pasa si tenemos que agendar algo para dentro de cuatro meses? ¿O de dos semanas? Carroll propone hacerlo por etapas: registro futuro, registro mensual y registro diario.
Pero sin duda alguna el gran logro del método bullet journal es su maleabilidad: cada uno puede modificar sus bases a su antojo, y de hecho son muchas las personas que han llegado a hacer auténticas obras de arte con sus cuadernos. En mi caso, prescindo de determinados elementos o símbolos del método original, me gusta decorar los meses y los días (a veces de acuerdo a una estación o tema concreto, otras veces con las pegatinas y washi tape que tengo a mano). He llegado a incluir reseñas de libros y de exposiciones, ideas para posts, para fotos, algún que otro dibujo, frases que encuentro… Un bujo difiere mucho de una persona a otra, e incluso difiere mucho dentro de la propia libreta: quizá una semana quiera preconfigurar el espacio como en una agenda al uso, pero a la siguiente dejo espacio libre para que cada día tenga una duración indefinida en el papel, o una semana pruebo la técnica del rolling weekly (tareas semanales que no tienen preasignado un día específico en la semana), y así hasta el infinito.
Al igual que Carroll, a partir de ensayo y error, de las circunstancias, o simplemente de lo que me apetezca en ese momento, he ido acotando lo que me sirve y lo que no.
Pero volvamos con la estructura base del bujo y cómo lo uso en mi caso personal:
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El registro futuro
Esta parte abarcará los elementos que debemos agendar en un futuro que aún no hemos escrito (literal y figuradamente) en nuestra libreta. En mi caso, se trata de un calendario anual con espacio para las citas, vacaciones, cumpleaños, etc. de cada mes. A mí me gusta tener la vista mensual completa, no termino de visualizarlo si es en una lista, aunque para 2023 voy a probar con un sistema híbrido entre vista mensual pequeña y lista de elementos.
El registro mensual
Lo que agendamos hace tres meses en el registro futuro lo pasamos con algo más de detalle al registro mensual. En mi caso, uso un calendario a mes visto donde añado más detalles (hora y lugar donde he quedado, a qué sala del médico tengo que ir, etc.). Personalmente, me gusta decorarlo, a veces con un tema, a veces con referencias a la estación que corresponde, u otros días relevantes (abril siempre tiene libros, y febrero todas las cosas que me gustan, ya que es el mes de mi cumpleaños)
El registro diario
Aquí es donde se concentra la acción, ya que es en el registro diario donde yo apunto las tareas del día, si he quedado con alguien (hora y lugar), si tengo algo ineludible. Esto suelo hacerlo a primera hora de la mañana o el día anterior.
Pero para mí no es sólo una lista de tareas, es también un registro de lo que he hecho ese día: si he ido a una exposición pego la entrada, o la tarjeta del restaurante, a veces dibujo lo que pedí para comer, otras veces añado cómo fue el día, ya que a lo mejor no hice ninguna de las tareas y me quedé leyendo en el sofá porque estaba agotada. A veces hago algún dibujo, anoto una frase o una canción que me guste.
Hay quien se salta días en los que no ha necesitado este registro, por ejemplo de vacaciones, yo los sigo añadiendo, aunque sólo sea para anotar (a la vuelta) los lugares que visité.
¿Qué pasa cuando la libreta se acaba? Simplemente, cojo otra y, tras añadir el registro futuro y mensual, continúo donde lo dejé.
Otras colecciones
En el método original, Carroll denomina todo lo anterior como “colecciones”, pero hay otras que son una especie de cajón de sastre, en su caso ideas de trabajo, notas de reuniones, etc. En mi caso no suelo separarlo como tal, a veces simplemente uso la siguiente hoja en blanco para escribir la letra de una canción que me gusta, frases de un libro, hacer algún boceto…
Índice
Todo esto está muy bien, pero ¿cómo encontrar después esta información diseminada? Para eso está el índice. Las libretas ya configuradas para bullet journal como las de Leuchtturm1917 lo incluyen al principio.
Personalmente, me da un poco de pereza ir añadiendo entradas al índice, y más aún cuando he usado libretas sin paginar (como las MD Paper, mis favoritas). Para algunas notas más importantes a veces uso marcadores de hojas tipo post-it.
Trackers
Otro de los elementos que no pueden faltar en mi agenda son los habit trackers. Como ya comenté en el post anterior, cada año hago una lista de propósitos que me gustaría cumplir. Mi forma de ver si he progresado es marcar los días en los que hago cada cosa. Empecé marcándolos dentro del mes, pero a veces me descorazonaba no apenas nada pintado (uso códigos de color para cada elemento), así que ahora tengo una vista anual de cómo ha ido mi año con cada propósito. El único que marco aparte es el de la lectura.
Soy una persona que necesita escribir a mano, es en el papel donde plasmo mis ideas, donde anoto las tareas, las frases que luego escribiré en un post; aunque pueda visualizarlo, necesito traspasarlo al papel, para mí es fundamental. De vez en cuando saco mis antiguas agendas para hojearlas, me paro donde hay algo que me llame la atención, reviso esa entrada de cine ya descolorida, la foto del paseo por el centro de Madrid, con quién me tomé un café. Así, mi agenda no es sólo una lista de tareas, es también un registro de mí misma a lo largo del tiempo, y eso es algo que me hace muy feliz.
Para 2023 he diversificado bastante el contenido, he de reconocer que quizá se me haya ido de las manos por diversas circunstancias, pero, por si os pica la curiosidad, usaré 4 cuadernos principales: un bullet journal para todo lo que he comentado en el post, una agenda al uso Hobonichi A6 a modo de “una línea al día” para anotar algo memorable de esa fecha, una Hobonichi weeks para temas de salud (física y mental), y finalmente un insert de Traveler’s Notebook para las cosas de la casa. Seguiré usando mi cuaderno de lecturas y otro diario donde intento escribir todos los días.
Creedme cuando os digo que si bien son unos cuantos para mí, hay quien usa hasta 10 agendas y cuadernos en el año, cada uno para un propósito distinto. Pero eso es lo bonito de la creación, cada uno lo adapta a sus propias circunstancias y gustos.