10 Picassos del Kunstmuseum Basel
Aprovechando los días de fiesta de Semana Santa, fui a ver algunas exposiciones en Madrid. Visité el Museo del Prado, donde vi los 10 Picassos del Kunstmuseum Basel, así como las dos sedes de la Fundación Mapfre, con El canto del cisne y la muestra dedicada al fotógrafo Garry Winogrand, aunque sobre ellas ya hablaré en otro post. Hoy quien nos ocupa es Picasso.
El título de la exposición no miente: tan sólo hay diez obras representadas en esta mini-exposición, que, por razones obvias, tiene lugar en la Galería Central del museo, junto a otros grandes de la pintura como Tintoretto, Tiziano o Rubens, y siempre con la atenta mirada de Velázquez y Goya en las salas adyacentes. Como ya he mencionado, la exposición es pequeña, y al estar situada en la Galería Central hace que haya un constante ir y venir de gente, incluso algún que otro codazo de por medio, lo que desmejora un poco la visita. Por supuesto, la entrada a esta exposición está incluida en el precio de la entrada general (aunque esto no quiere decir que sea precisamente barata).
Pero vamos con las obras.
Uno de los puntos fuertes de la exposición es que las obras pertenecen a distintas épocas en la pintura de Picasso: su período rosa, el inicio del cubismo, la vuelta al orden y sus obras tardías. De todas las piezas, fueron tres las que más me llamaron la atención; en primer lugar su Arlequín sentado o El pintor Jacinto Salvadó (1923), especialmente la textura y el color de la ropa, dándole una apariencia a la vez real y onírica.
Aunque la vuelta al orden no es de mis etapas preferidas de Picasso (me gusta más su etapa azul), esta obra tiene algo de hipnotizante que me atrapa.
Sin embargo, mi obra favorita de la exposición, la que realmente me impactó, fue Muchachas a la orilla del Sena, según Courbet (1950). Con esta obra, el realismo de Courbet encuentra el contrapunto perfecto en la forma picassiana, que mantiene, e incluso aumenta, el erotismo de la obra original. Me llamaron mucho la atención las formas y los colores usados por Picasso, el contraste entre el rojo y el azul de los vestidos de los personajes, así como el esquematismo de la vegetación.
He de confesar que a mí antes no me gustaba el arte de Picasso, creo que principalmente porque no lo entendía, sólo veía formas sin sentido ni contexto. Con el tiempo le fui asimilando y me fue intrigando hasta el punto de cursar una asignatura cuatrimestral dedicada sólo a su figura. Ver su arte en su conjunto, su evolución (por mucho que dijera que él no evolucionaba, sino que pintaba lo que imaginaba), me ayudó a comprenderlo y a admirarlo. Su arte supuso una ruptura de siglos en cuanto a la forma de mirar el arte, pero también de mirar el mundo.
Por último, como punto negativo de esta exposición, creo que falta documentación histórica, por ejemplo, se menciona que el pueblo de Basilea se manifestó para que el museo comprara varias obras de Picasso, ante lo que el autor quedó tan anonadado que terminó regalando un par de obras. Pese a que se puede encontrar la fotografía del momento en forma de postal en la tienda del museo, no hay ningúna reproducción junto a las obras en las que se menciona.
No es, ni mucho menos, la mejor exposición de Picasso que he visitado, pero es interesante, tanto en sí misma, como en el espacio que ocupa en el museo.